EL CINISMO HUMANITARIO OCCIDENTAL

Etnocentrismo que no cesa…

Crisis Energética

Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar.
¡Proletarios de todos los países, uníos! .»
Karl Marx. El Manifiesto comunista

Pateras 2

Lejanos ya aquellos días del internacionalismo proletario, denostado hasta la saciedad (en el opulento Occidente, que también aumenta sus desigualdades internas), el intento marxista de unir a los proletarios en condiciones de vida dignas y asomados hoy a la realidad espantosa de unas desigualdades crecientes, vemos una brecha cada vez más insalvable.

El intento utópico marxista de principios del siglo XX no cuajó finalmente, aunque su primer golpe (parto doloroso, sin duda) fundió en una igualdad considerable distintas repúblicas al hacerse soviéticas. No trata este artículo de volver a hurgar en las causas o incluso logros de aquel fallido intento, ni tampoco aceptaría…

Ver la entrada original 3.561 palabras más

¿Por qué zombis?

En la actualidad, hay mucha afición al tema zombi. Según zizek, se debe a que en el tardo capitalismo es más sencillo imaginar el fin del mundo (el apocalipsis) que el fin del capitalismo.

Es una hipótesis tentadora que no me termina de convencer. Tal vez indagando en las razones de zizek al enunciarla, podría entenderla mejor. Sin embargo, es innegable que crisis apocalipticas ha habido casi sin solución de continuidad durante toda la historia de la humanidad.

Hay algo en el éxito zombi que tiene otra lógica, más allá de la frustración por imaginar alternativas al capitalismo, que tiene que ver con la intrigante no-humanidad de los zombis.

un zombi es como un humano sin serlo

Es como la coca-cola sin cafeina light o el chocolate laxante (algo que también zizek analiza en sus ensayos), ofrecer el veneno y su antídoto, el peligro sin las consecuencias de que algo salga mal. En cierto modo los zombis obedecen a esta lógica, no son humanos, pero son cuerpos humanos. Como el café descafeinado, son otredad sin ser otro.

Lo que caracteriza al zombie es que a) puede contagiarte y b)puedes eliminarlo (debes más bien) sin consecuencias legales

En un mundo donde la realidad debe camuflarse para no ser hiriente, el apocalipsis zombi muestra una alternativa donde las alternativas posibles se reducen a eliminar otredad o transformarse en ella. No es tanto una crisis de civilización, un apocalipsis, sino una reducción al binomio nosotros vs los otros.

un zombi es un enemigo mermado y tonto

Siguiendo la lógica anterior, la del chocolante-laxante, hay que ofrecer al público un enemigo que contenga en sí su propia negación. Un humano no-humano. Pero al tiempo hay que ofrecer ciertas garantías, cierto riesgo controlado: los zombis son estúpidos y torpes. ¿Casualidad?

Es una ventaja para el humano que el zombi no pueda/sepa abrir puertas. Basta con interponer un mecanismo sencillo que deje bajo control el peligro a ser convertido. Es el riesgo sin riesgo. Es el objeto y su negación en un mismo elemento.

Habrá quien proteste porque los zombis son mortales, pero no hay mas que ver la serie sobre zombis de más éxito para comprobar, en pocos capítulos, que los peligros más certeros provienen de los propios humanos, no de los zombis, que caen como moscas.

El secreto del éxito no es mas que lo que viene funcionando desde hace décadas, ofrecer peligro sin peligro: chocolate laxante.

No tendrás vida en la puta vida

Lectura de «0. Cero», texto incluido en El agua que falta, de Noelia Pena (Caballo de Troya, 2014)
Música: Béla Bartók: String Quartet No. 44. (Allegretto pizzicato)

0. Cero

«Necesito aprender a hablar desde cero y no sé cómo se empieza a hablar», piensas justo antes de oír la señal acústica que anuncia una nueva llamada entrante. Ya extiendes la sonrisa, sábana gastada al viento, y tienes aún un instante para preguntarte si en algún momento fue blanca o de qué color fue, cómo era la sonrisa anterior al saludo corporativo arrugado en tu boca. Ahora es cuando empiezas a mentir, no olvides prender con pinzas la sábana, no vaya a ser que se levante viento; que por descuido se te caiga al suelo y se pierda y entonces dejes de preguntarte, de una vez, cuándo comenzaste a sonreír tanta mentira. ¿Ves? Te he avisado. Ya se te ha vuelto a caer. Ahora querrás decir la verdad, no callar absolutamente nada. Qué empleo encontrarás así, dime. La realidad lleva años con la respuesta preparada. Cero.

Cada vez que consigo dejar caer una de las imposturas que se interponen entre mí misma y los demás, siento que tengo que aprender de nuevo a hablar. Desatar ese miedo anudado en el fondo de la garganta, protección que nunca ha protegido a nadie, que sólo nos ha enseñado a nadar en un estanque de obediencia, la docilidad del buen estudiante: no molestes, no preguntes, no mires a los ojos, no seas impertinente, siéntate bien.

¿Qué palabras haremos nuestras ahora que todos los significados han sido neutralizados, que no parece haber opción alguna entre la ingenuidad y el anuncio publicitario? A veces siento que para ofrecer resistencia necesitaría palabras que no fuesen comestibles para el poder, que no fuesen fagocitadas al instante.

En 1975 Patti Smith publicó su primer álbum, Horses. En la cuarta canción del disco cantaba «We’ll dream it, dream it for free, free money» (lo soñaremos, lo soñaremos gratis, dinero gratis). Hace unos años volví a oír “dinero gratis” y esta vez no era un sueño. Oí «no vas a tener casa en la puta vida» y pensé, a solas, no tendrás vida en la puta vida.

Repito que no sé cómo se empieza a hablar. Pero sé que somos muchas las que arañamos tiempo y arañamos vida, en nuestros sótanos, dentro de nuestra tripa. Y hablaremos. No seremos devoradas por el miedo.